
A veces sentís que hiciste todo bien, pero igual las cosas no salen. Te esforzás, trabajás hasta tarde, dejás de lado tus planes por un sueño grande, y sin embargo… no pasa nada. Lo que nadie te cuenta es que eso también forma parte del camino. Especialmente cuando se trata de levantar un proyecto femenino desde cero, con tus propias reglas y sin padrinos.
Hoy quiero contarte tres momentos reales en los que sentí que todo se iba al carajo, pero que con el tiempo terminaron siendo claves para que Bandidas Glam crezca.
El día que vendí una sola remera (y pensé en cerrar todo)

Arrancar un emprendimiento con alma no es fácil. Menos si sos mujer, madre, y además tenés que aprender todo en el camino. El primer mes de Bandidas Glam invertí en telas, diseños, estampas y tiempo. Estaba convencida.
El lanzamiento fue hermoso. Todo era rosa, morado, brillos. Publiqué en redes, conté mi historia, me mostrad como soy. Pero el resultado fue brutal: una sola venta. Una.
Pensé que había fracasado. Que la marca no gustaba. Que había perdido tiempo y plata. Me fui a dormir llorando.
Lo que hice diferente:
No cerré. Me obligué a entender por qué no funcionó. Descubrí que necesitaba crear confianza primero. Así que ese mes no vendí más, pero creé comunidad. Hablé con mujeres reales. Mostré procesos. Y la segunda campaña triplicó las ventas.
A veces no fallás vos. Falló la estrategia. Y eso se mejora.
Cuando me copiaron todo (y sentí que no servía de nada esforzarme)
Uno de los momentos más frustrantes fue cuando otra cuenta empezó a copiar mis frases, mis diseños y hasta mi forma de escribir. Sentí que no tenía sentido seguir. Que cualquiera podía robarse mi esencia.
Estuve a punto de desaparecer de redes. Me dio bronca. Me dio miedo. Pensé: «Si me van a copiar todo, ¿para qué sigo?»

Lo que entendí:
Tu esencia no se copia. Podrán imitar una frase, un color, pero la energía real de un proyecto femenino hecho desde el corazón se nota.
En vez de esconderme, me mostrré más. Redoblé el contenido. Empecé a hablar de cosas personales. Y la comunidad creció más.
No tenés que esconderte cuando te copian. Tenés que brillar más fuerte.

Cuando nadie me tomaba en serio (ni mi propia familia)
“¿Remeras con frases? Eso no es un trabajo.”
“Vendé perfumes, pero algo real.”
“No estés todo el día en la computadora, hacé algo útil.”
Durante meses escuché eso. De amigos, familia, gente que quiero. Y eso duele. Porque uno espera apoyo, no juicio.
Me hizo dudar. Pensé que tal vez estaban en lo cierto. Que mi proyecto era una fantasía. Que solo estaba perdiendo tiempo en algo que no iba a funcionar.
Lo que cambió todo:
Un mensaje. Uno solo. De una chica que me escribió: “Gracias por inspirarme. Por vos empecé mi tienda.”
Ahí entendí. Mi trabajo era más que vender. Era inspirar. Crear comunidad. Ser ejemplo de que se puede. Y eso, en un mundo que espera que las mujeres pidan permiso para brillar, es revolucionario.
Por qué estos fracasos fueron importantes
Cada vez que sentí que fracasaba, estaba aprendiendo algo que no se enseña en ningún curso: resistencia.
Un proyecto femenino no se trata solo de ganar plata. Es una forma de mostrarte al mundo. De decidir que tu voz vale. Que tu historia importa. Y que tu tiempo tiene valor.
Los momentos más duros me enseñaron:
- A no romantizar el esfuerzo, pero tampoco a rendirme fácil.
- A buscar apoyo real, aunque sea de una sola persona.
- A transformar cada crítica en contenido.
- A que el brillo propio no se negocia.
Claves para seguir cuando sentís que fracasás
Hacete estas preguntas:
- ¿Estoy fallando yo o la estrategia?
- ¿Estoy agotada o necesito un nuevo enfoque?
- ¿Estoy comparándome con alguien que va 10 pasos adelante?
Y recordá:
- A veces el trabajo invisible es el que más frutos da.
- Construir lleva tiempo. Frustrarse también es parte del proceso.
- Las mujeres que crean algo propio cambian el juego, aunque al principio nadie lo note.

Final con power
Hoy, Bandidas Glam tiene comunidad, tiene estilo y tiene alma. Pero nada de eso vino sin caídas. Por eso, si estás construyendo tu proyecto femenino, no pienses que fallar es fracasar. A veces, el éxito se parece mucho al caos.
Seguí. No por likes, no por ventas. Por vos. Porque cuando una mujer se elige, el mundo se da vuelta.
Y si sentís que no podés más… contame. Que juntas, siempre se puede.
